Análisis realizado por: Capitán de Navío (RA) Germán Afanador Ceballos. Capitán de Navío (RA) Daniel Rojas Sánchez. Febrero 28 de 2022.
El conflicto bélico que tiene lugar entre Rusia y Ucrania tiene unos efectos indeseados que pueden llegar a ser catastróficos para la industria marítima. La confrontación envuelve un área geográfica que comprende el Mar Negro en Europa Oriental y sus fronteras con Asia. Aunque el conflicto no ha escalado oficialmente a otros estados, todos los que dependen de las líneas de comunicación marítima que unen la región con el resto del globo se han visto afectados.
Como se muestra en la Figura Nº 1, el Mar Negro está rodeado por territorios de Europa y Asia en una especie de mar interior encerrado entre dos bloques continentales que se une al mar Adriático y con él al Mediterráneo a través de dos estrechos, el Bósforo y Dardanelos. Estos espacios geográficos son controlados por Turquía, conformando unos de los puntos de estrangulamiento de las líneas de comunicación marítimas más importantes y de una trascendencia geopolítica superlativa.
Como consecuencia de la guerra, el Mar Negro está cerrado al comercio internacional. Esto significa que las líneas de comunicación marítima no tienen acceso desde el Mediterráneo a los puertos de este piélago, ni desde ellos al resto del mundo. Este cierre impide que una región rica en la producción de alimentos y en combustibles fósiles esté aislada. Esto tiene unas consecuencias muy importantes en el comercio internacional, debido a que Rusia es uno de los grandes exportadores de crudo y gas natural y responsable de al menos el 10% de los granos que se comercian globalmente, y que salen de los puertos rusos de esta cuenca. Lo que afecta el negocio marítimo del transporte de productos al granel sólido y líquido. Por su parte Ucrania tiene un potencial alimentario sobresaliente, siendo la segunda región de mundo más rica en “Black Soil”, lo que significa que tiene tierras muy fértiles, donde se siembran grandes cantidades de trigo y cebada que impulsan a la región a producir cerca del 30% de los granos a nivel global. Como consecuencia, en el mercado internacional dejará de recibir combustibles fósiles y granos de esta área geográfica lo que ocasionará una escasez que por efectos de las leyes del mercado escalarán sus precios de manera exorbitante.
En la figura Nº 2 se muestra las líneas de comunicación y la importancia de Mar Negro para la región y para el comercio internacional.
Pero el cierre de esta área geográfica no es la única, y tal vez tampoco la más peligrosa, amenaza al tráfico marítimo y al comercio internacional. Las sanciones impuestas a los rusos ocasionarán retaliaciones difíciles de evaluar, pero que los expertos indican que incluirán ciberataques que podrían tener unos efectos reales sobre la cadena de suministro global y con ellos afectar al sector marítimo de manera grave. Se espera que la capacidad ciberterrorista rusa se focalice sobre las instalaciones portuarias y las compañías navieras, como ya ocurrió en el 2017 con NotPetya, un ataque cibernético que afectó a Maersk, la naviera de contenedores más grande del mundo. Durante ese ataque, Maersk perdió cerca de 300 millones de dólares y cerró parcialmente sus operaciones por cerca de una semana. El efecto de este cierre pudo conjurarse de manera satisfactoria debido a que las otras grandes navieras pudieron apoyar con extra-capacidad (Buffer capacity) que sirvió de respaldo en esta contingencia. Pero, en las actuales circunstancias esa capacidad de respaldo (Buffer capacity) no existe, lo que llevaría a la cadena de suministro al colapso. Por otra parte, menor oferta de combustibles significarán mayores precios lo que repercutirá al alza a los fletes marítimos a lo largo del globo.
Los efectos sobre la actividad marítima y la cadena de suministros se sentirán con fuerza en Latino América. Como ya se indicó, debido a las sanciones sobre las exportaciones rusas de crudo, se prevé que el precio de los combustibles se incrementa, de hecho, el barril de petróleo ya está por encima de los USD 110,00. Esto afectará a los países de la región que en su mayoría dependen de las importaciones de energía convencional. Aunque los países exportadores, entre los que se cuentan México, Brasil y Colombia se verán beneficiados. Más exportaciones de crudo significa un aumento en la actividad de buques tanqueros en la región. El caso de Venezuela debido a su situación política es especial. Venezuela, Cuba y Nicaragua guardan una estrecha relación con Rusia lo que tiende a producir una situación de agitación geopolítica en la región.
El efecto de la Guerra en la industria marítima colombiana se sentirá apenas ligeramente, habida cuenta que el promedio de las exportaciones colombianas a la Federación Rusa llega apenas a unos USD 181 millones, mientras que las exportaciones rondan los USD 81 millones lo que equivale a menos del 0,30% del comercio exterior del país, que en su mayoría se transportan por mar. En la actualidad las exportaciones colombianas consisten primordialmente de carne bovina, café tostado, bananos y cacao. Mientras que las importaciones están constituidas por fertilizantes. El 29% de la urea que se importa proviene de Rusia, lo que permite inferir que sustituir estas importaciones no va a ser ni fácil ni barato, lo que repercutirá en el aumento de los costos de los insumos agrícolas y en el costo de los alimentos producidos en el país. Por su parte, el comercio con Ucrania es menor, constituido por exportaciones agrícolas tropicales e importaciones de bienes metalúrgicos, maquinaria y materias primas para la química básica. Finalmente, es importante notar que del total de importaciones de granos que llegan al país, cerca del 10% son rusos, lo que en principio puede parecer poco y fácil de reemplazar no lo es, porque el resto de los países del mundo estará buscando alternativas lo que hará que el precio del producto escasee y por lo tanto se encarezca produciendo efectos no deseados en el mercado nacional.
Como se puede apreciar, el impacto del conflicto se refleja en los mercados elevando los precios de los combustibles y de algunas materias primas. Lo que vislumbran los expertos es que estas tendencias al alza tan pronunciadas no se veían desde hace 50 años con la guerra de Vietnam y de Yom Kippur. Como era de esperarse, la situación presiona a la inflación hacia arriba, especialmente en Europa, y el mundo parece entrar a una segunda guerra fría donde las cadenas de abastecimiento parece que estarán en el frente de batalla. Se espera una reconfiguración geopolítica que dé inicio a un nuevo orden internacional, de la economía mundial, de los flujos de energía y alimentos, de los sistemas monetarios y las rutas comerciales. Esto lo que quiere decir es que, al reconfigurar nuevos bloques de poder entre el Este y Occidente, estos enmarcan las nuevas rutas comerciales, los medios de pago y las necesidades globales, lo que se sentirá especialmente en la región euroasiática donde está los países más poblados del globo y donde está ubicado el hinterland que da pie al conflicto existente.